Es la sensación de salir a la sperficie desde una enorme plataforma, desde el medio y hacia arriba, bien arriba. Y las voces que se escuchan se unen en los más fluorescentes de los sonidos: la ovación.
Backstage: botellas de agua, de cerveza, de ron, de vodka, de vino, abiertas. Una mesa redonde de madera de mala calidad, patas inestables, marcas de quemaduras y rayas de cutter. Hojas en las paredes con flechas indicativas (STAGE), gente identificada con grandes rectángulos plastificados que cuelgan de sus cuellos. Murmullo. Gritos. Murmullo. Indicaciones, contraindicaciones, dudas y muy poco tiempo.
Pre calentamiento de gargantas y de alma. Papeles para el cerebro. Camperas de cuero, conversaciones sin sentido. Chicas, muchas chicas...
Y en un acto parecido a cualquier otro acto que se haga en grupo, se camina en manada, riendo, asintiendo con la cabeza, aturdidos y extasiados.
Y arriba (después de la plataforma que te eleva): la ficción, el no tiempo. Es el primer acorde que te lleva hasta ese lugar que, ahora sí, sabés que es real, porque te pertenece, porque sos el director de tu propia orquesta.
Claro que todo ésto pasa, tal cual lo relato más arriba, en mi cabeza plantada en los 60´ llena de anhelos de groupie. En mi cabeza que sueña con estar sentada zapando (¡sin saber si quiera un acorde de Sui Generis!) con Hendrix y Ronnie Wood antes de un show en algún lugar que suene parecido a Woodstock.
¡Quiero mi campera de cuero gastada de rock y mi incoherencia de psicofármacos!
Quiro para mí esa plataforma que se eleva y me muestra llena de luces a la gente que solo quiere que les diga que los amo, que sin ellos no soy nada, que volvemos a la Argentina antes de fin de año y que mi baterista es Charlie Watts.
Basta. Ya no llego. Tengo casi 30 y vivo al fondo a la derecha. No me tocó.
¿Qué tuve en cambio?: ni un Cemento, un par de Obras, dos Atlantas, un River, un Vélez pop y varias salitas que prometían (ponele...).
Y yo estaba ¡tan! verde, que deliraba con la idea de ¡poder haber sido parte! del ROLL que acompaña al ROCK, mientras ponía mi SONY a todo volumen (nunca suficiente) en el living de mi casa, en esos minutos que tardaba mi mamá en volver de los (recientemente instlados supermercados) chinos.
JA! Muy bueno Tania, todo es verdad, aunque a veces pienso que no todo está perdido y que todavia se puede... pero esos momentos duran lo que un pedo en una botella...
ResponderEliminarP.D.: Soy Pato (del Hamilton) y no sé como carajo llegue a tu blog! C´ya!