Y vaya momento sensible e íntimo,
personal y privado.
El baño ese ESE lugar, el más privado
de la vida, al cual nadie tiene acceso, en donde la realidad pierde
consistencia y el ruido del resto del mundo nos es ajeno.
Porque ESTAR en el bano implica la
prohibición absoluta del diálogo con cualquiera que esté del otro lado de la
puerta, implica discreción en los comentario referentes a la acción realizada,
implica no responder preguntas referentes al hecho de haber estado en el baño
y, por sobre todas las cosas, implica que nadie entre al baño inmediatamente
después de la salida de otro, no importa el tiempo que haya estado al persona
en él. Se entiende? Si yo salgo del bano no entres atrás.
ESTAR en el bano es estar en
otro lado, nadie nos ve, nadie nos juzga, podemos sentirnos libres al fin.
Y cuando estamos libres al fin hacemos
lo que nos gusta. Tiramos todo al piso, nos miramos los poros, contorsionamos
el cuerpo para vernos lo que no vemos en una posición normal, leemos
contraindicaciones de remedios, fórmulas de shampoo, silbamos y hasta nos miramos las muelas.
Remarco que siempre, pero siempre, se
debe respetar hasta el extremo el hecho de estar en el baño, desde el momento en
que se cierra la puerta, hasta el momento en que la persona protagonista de la
acción, hace su retirada, tan rápido como puede, del lugar del hecho.
La clave para evitar cualquiera de los hechos indeseables relacionados con las consecuencias de IR AL BAÑO es hacer de cuenta que por allí, no ha pasado nada.

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